Uno de los errores más comunes es el de pretender pasar de nuestra rutina diaria a hacer el Camino sin preparación alguna. Ampollas y tendinitis son la amenaza más grave y que cada año hacen desistir a un buen número de peregrinos de conseguir su sueño de terminar el Camino de Santiago. Las ampollas parecen inevitables, pero ten en cuenta que todo empieza con una zona de piel irritada, si no se protege evolucionará hacia una ampolla. La causa más frecuente es la fricción por usar calzado demasiado apretado o de talla inadecuada. Pueden aparecer tanto en la planta como en los dedos y para evitarlas, además de utilizar el calzado adecuado, es conveniente aplicarse vaselina, alcohol de romero o talco por todo el pie antes de ponerse los calcetines. Hay que intentar mantener el pie seco y limpio. Un calcetín que transpire bien y elimine la humedad es fundamental y si es posible cambiarlo a mitad de jornada aplicando de nuevo vaselina.

         La tendinitis es la inflamación de un tendón provocada por el sobre esfuerzo o la falta de preparación física adecuada. La mejor prevención es el entrenamiento y hacer estiramientos antes, durante y después de la jornada. Las principales lesiones se producen en el tendón de Aquiles y tendón rotuliano, podemos aplicar hielo en las zonas doloridas al terminar la jornada. Para evitar todo esto es necesario realizar un entrenamiento previo en el cual empezaremos con caminatas ligeras de 5-7 kms en días alternos, para progresivamente ir aumentando la distancia hasta finalmente hacer salidas de 15 a 20 kms en alguna de las cuales debemos llevar la mochila que vamos a utilizar.